lunes, 30 de mayo de 2011

Silencio

-Al principio todo era diferente. Tienes que comprenderlo.
-Y lo comprendo. Comprendo tu punto de vista y por qué dices lo que estas diciendo. Pero cuando sientes que algo deja de ser el principio es porque tienes el final ante los ojos.
-No entiendo por qué dices eso.
-Mira, es muy simple. Cuando recorres un camino por primera vez no tienes ni idea de por donde vas, el principio de algo se mide por el porcentaje que queda hasta el final. Si das por sentado que el principio ya ha pasado y que estas en el nudo de la historia quieres decir que solo queda el desenlace.
-Bah, no te comas la cabeza, el próximo miércoles estrenan una película y me han dicho que es buena. ¿Quieres verla?
-...Sí, claro.

martes, 24 de mayo de 2011

Me asusta el frío
Me asusta la falta de ganas
Me asusta saber de lo que siento
Me asusta saber que ya ha ocurrido antes
Me asusta que se repita
Me asusta que no se repita
Me asusta tirar la toalla
Me asusta tener que usar toalla
Me asusta hacer planes a largo plazo
Me asusta comprometerme con algo que no puedo cumplir
Me asusta no comprometerme con nada
Me asusta la duda
Me asusta la certeza
Me asusta el recuerdo
Me asusta el sueño
Me asusta tener cada día más razones para volver a pensar con la cabeza
Me asusta el tono
Me asusta el volumen
Me asusta el augurio de algo peor
Me asusta la caída libre desde el punto más alto
Me asusta el final
Me asusta el principio
Me asusta esto
Me asusta el pronóstico
Me asusta comprobar que es cierto
Me asusta que se escape de las manos
Me asusta lo inevitable

Y, solo por eso, a veces dejo de asustarme.

domingo, 22 de mayo de 2011

Freno de mano

-Oye, ya está bien ¿no?
-¿Perdón?
-¿Pero tú te crees que soy tonta? ¿Te crees que no me doy cuenta de lo que estás intentando?
- No sé a qué te refieres.
- Que no soy tan inocente como parece. Que no me creo todo lo que me dices ni todo lo que intentas que me crea. Que no mientes tan bien.
-No tengo ni idea de lo que hablas.
-¿No ves? Otra mentira.
-¿Ah sí? ¿Y eso cómo lo sabes?
-Porque tengo dos aliados en tu cuerpo. Y mientras tu boca piensa que tiene la partida ganada tus ojos me cuentan con todo detalle la estrategia.

miércoles, 4 de mayo de 2011

Sentencia

-¿Y ahora qué? ¿Qué se supone que debo hacer ahora? Aquel beso significó más, mucho más que el contacto de dos epidermis. Mucho más que el volver a todo aquello. Aquel beso significó mi rendición de nuevo. Y no puedo, no quiero. Estos días han sido mágicos, simples de nuevo, llenos de risas y de aquella antigua costumbre mía de volverme inocente a tu lado. Pero no, ya no. El plazo de inscripción a mi corazón se pasó hace tiempo. Justo cuando decidí que ya no merecíamos la pena juntos. Ambos hemos crecido ahora, hemos pasado por diferentes pruebas, hemos superado otras barreras, sí, pero no la nuestra; no superamos nuestro “nosotros”. Ojalá pudiese ahora sentir con los besos que me has dado lo mismo que con los que te di. Pero ya no. Ya sé lo que me ofreces, ya lo he vivido. Y la continua incertidumbre de tus sentimientos era la peor condena de todas. El ocultismo al que me afrontaba contigo no es ahora diferente. Sí, has mostrado disculpas, te he hecho sonreír de nuevo, pero ¿qué más? Tú seguirás sin saber decir te quiero o sin saber lo que significa y yo seguiré mendigando tu amor por las esquinas. Hemos crecido sí, y yo he aprendido que algo que no está sobre seguro y que no augura estarlo nunca no se merece más que tardes, días o incluso noches de “como si fuese otra cosa” pero teniendo en cuenta que no lo es. Teniendo en cuenta que nunca va a serlo. ¿Alguna vez has sentido la verdadera felicidad de cuando alguien apuesta por ti? ¿De cuando alguien deja el orgullo y las pretensiones para abrir su verdadera realidad hacia ti? Los “te quiero” de bolsillo no son comparables con los grandes ejemplares de la historia. Yo ya no apuesto por algo que no sepa, yo ya no apuesto por alguien que no sabe lo que quiere, yo ya no apuesto por una mirada mal interpretada. No, porque ya no supongo, ya no sospecho; ahora me remito a los hechos. Y sé que si no me dices nada más no es por miedo a que te vea vulnerable, ni por el hecho de pensar que yo no lo siento; ahora sé que si uno se guarda un “te necesito” es porque no necesita realmente. Ya no renuncio a dejarme llevar por las noches y el alcohol con tantos otros, ya no renuncio a divertirme y a aprovechar lo que me brindan tantos bares y tantos que como yo deciden dejarse de represiones. No, ahora no podríamos tener aquello. Porque aquello funcionaba porque yo di más de mí de lo que me creía capaz; y ya no cometo el mismo error. Ahora soy libre Querido Desconocido al que conozco más que nunca. Sé que te encantaría, y sabes que me encantaría ¿ser felices de nuevo juntos? Claro, a todos les gustaría. Pero no. No te confundas, nuestras visiones del amor son opuestas. Tú lo ves realista y decadente. Yo lo veo realista y colorido. No, ya no. Lo siento pero no. Ya te lo he dicho, no estamos capacitados para sobrellevar esto; yo siempre querría más y tú siempre querrías lo mismo. No hay punto de equilibro. No me conformaría con tener mil besos. No me conformaría con callarme cuando salieses sabiendo lo que eso significaría. No me conformaría con ser de nuevo aquel secreto a voces. Ahora puedo conseguirlo, claro que puedo tener lo que tú esperabas, pero no contigo. 

domingo, 1 de mayo de 2011

No me leas si vas a leer por obligación

No me mires a los ojos si vas a ver dos agujeros negros.
No me beses si vas a sentir una epidermis fría.
No me toques si vas a rozar una piel suave.
No me hables si vas a decir palabras vacías.
No me retes si vas a ganar un premio.
No me sorprendas si vas a recibir un “gracias” cansado.
No me hagas reír si vas a contar chistes reciclados.
Y, sobre todo, no me quieras si vas a querer a un estereotipo.
Sólo mírame a los ojos si vas a ver a través de ellos.
Sólo bésame si vas a sentir que besas más adentro.
Sólo tócame si vas a rozar una piel de gallina.
Sólo háblame si vas a decir todo lo que no se.
Sólo rétame si vas a ganar una experiencia.
Sólo sorpréndeme si vas a recibir un silencio de contemplación.
Sólo hazme reír si vas a contar sonrisas.
Y, sobre todo, sólo quiéreme.