miércoles, 8 de diciembre de 2010

...Por su propio peso



"Ella se enciende un cigarro mientras mira por la ventana.
Qué frase tan recurrente y tan agradable.
El mundo es una mierda. Pero durante esos instantes, creo que a ella no le importa demasiado (o por lo menos puede no pensar en eso)."



Qué caos. El mundo se cae a pedazos. El capitalismo se empieza a derrumbar sobre sus pilares corruptos mientras aplasta a Grecia y a Irlanda. Las nubes de polvo invaden Islandia. Los coreanos del Norte empiezan a perderse entre un muro de mentiras. ¿Qué se encontrarán cuando se derrumbe su pared?
En África sigue muriendo gente por inanición mientras en EEUU mueren por obesidad.
He escuchado a gente gritar "viva Franco".
He visto a familias pudriéndose de dolor en la UCI.
El gobierno dice que hay igualdad, cuando no la habrá hasta que se le deje de dar importancia. ¿Acaso hay discusiones sobre si se trata mejor a los morenos que a los castaños?
Pero no se crean, señorxs, si es que están de acuerdo conmigo, que ustedes cambian este mundo por cómo piensen.
El mundo no cambiará hasta que Ustedes actúen.

Sin embargo no tienen por qué vivir sufriendo en una trinchera. Todos podemos cambiar el mundo, aunque sea en una habitación razonando. Hablando.
Aunque sea votando.
Aunque sea educando.
Mientras quede ética quedará vida.
A pesar de que el mundo esté empezando a estar habitado por un puñado de marionetas, siempre quedará algo en ellas que les haga suspirar por ser "niños de verdad".

jueves, 2 de diciembre de 2010

Los ojos del mundo


Camino todas las mañanas por el torrente de vidas y responsabilidades de Nuevos Ministerios.
Todas esas personas siguiendo la misma ruta sin pararse a pensar si quiera si el corazón de la persona a la que acaban de dar con la mochila está latiendo... A veces me planteo si estaremos todos tan ciegos de vida o tan sordos de razón que no seremos capaces de diferenciar a una persona de una piedra.
El ser humano es tan maravilloso y tan egoísta a la vez...
Suelo andar por la rampa mecánica mientras paro la música de mi Ipod, porque se que al final está el hombre del violín, que una de cada dos veces que paso me da la alegría de estar tocando el Canon.
Después siempre son las mismas escaleras mecánicas (de nuevo) y más torrentes de personas. Como si fuesen los glóbulos blancos de la ciudad circulando por las venas subterráneas del metro.
Y llego a mi facultad. Ciencias de la Información.
Me anima saber que hay gente que quiere hacer precisamente eso, informar.
Ser los ojos del mundo.