jueves, 24 de febrero de 2011

Y el Cuervo dijo...

Y entonces tuve miedo. Dudas. 
Fue un relámpago semejante al infierno. Al frío. 
Y entonces lo note. Me estaba haciendo daño. Se estaba abriendo hueco a base de punzadas de amor.
Pero punzadas en todo caso.
Y entonces lo recordé. No podía permitirlo. Me lo había prometido una y mil veces.
"Nunca mas". Jamás... 
Y sin embargo una súbita sensación de embriaguez me frenaba las ganas de la victoria y me arrastraba al laberinto del abismo, del terror y las lagrimas. Del insomnio. De los sueños rotos y las manos encadenadas.
Yo no quería volverme a ver así. Privada de toda fe, de toda esperanza. Atrapada.
Compungida por el susurro que los restos del amor dejaron al marcharse.
No, yo no quería verme así de nuevo.
Derrotada.
Frágil.
Así que cogí mis cosas. Doble mis miradas, organice mis frases y las guarde junto a mis mejores sonrisas en la maleta de la soledad.
Mientras estaba en el tren mire dentro. Todo se lleno de lagrimas.
Supe entonces que no la volvería a abrir hasta que no tuviese nada que perder.
Hasta que no tuviese miedo.
Cerré la cremallera.
Esperando que la lluvia de tristeza no ahogase lo que quedaba de esperanza ahí dentro.

sábado, 19 de febrero de 2011

Al pie del cañón

Respira.

La luz está encendida. El vapor pasa suave por su rostro dibujando millones de gotas al pasar.
Suena música en la radio. Las notas se van introduciendo en su cabeza con cada acorde.
El tiempo va con calma. El cielo está blanco y gris. Muere gente. Otros aman.

Su sonrisa es una mezcla de la carcajada más fuerte y del dolor más intenso.

Parece difícil, pero cuando sigues las contraindicaciones de la vida es posible que te ocurra.



Los recuerdos pintan su mirada de nostalgia y alegría. Mueve el cuello. A veces duele recordar, pero en ese momento el presente merece tanto la pena que lo único a lo que tiene miedo es al futuro.



Sonríe. Se hunde poco a poco en la bañera y hace burbujas al sumergir la cabeza. Desde que era pequeña le gustaba el sonido del aire buscando la escapatoria en la superficie.



Permanece un rato escuchando el murmullo sordo del agua. Después se sienta de nuevo.



Respira.



Eso debe ser la tranquilidad. Nada de falsos victimismos. Aceptar la realidad tal cual es. Tener un poco de miedo y un poco de angustia para poder disfrutar las reservas que te queden de alegría y vida.



Sale de la bañera.

Después de todo, tampoco se está tan mal.

martes, 8 de febrero de 2011

Documento 1

Ella mira hacia adelante. La ventana hoy está demasiado utilizada y solo verá sombras. De pronto recuerda lo que sintió la última vez que lo hizo. A veces hay huracanes en el alma que te remueven los sentimientos. Y es entonces cuando mira hacia su escritorio y ve de nuevo un papel ya gastado y viejo. Un antiguo pensamiento que se quedó divagando por la habitación hasta que otra perspectiva lo encontrase.

“Se que me vas a hacer daño. Que sufrir será toda una proeza.
Que después de ti quedará un vacío y que al principio lo llenaré de lágrimas.
Sé que estás calando hondo. Que al principio el amor siempre suena a alegría.
Que las llamas solo queman cuando llevan un tiempo ardiendo.
Y que solo molestan cuando uno quiere las tinieblas.
Sin embargo se que no es en vano.
Cuando uno sufre por amor sufre sin miedo.
Porque las heridas forman cicatrices
que agradecerás tener toda la vida.
Y al mirarlas, ya tullido, viejo y solo
sentirás con placer que aun te duelen.
Y ese dolor tan real, sin quererlo, dejará después vestigios del amor.
Y puede que llores en tu mecedora
o puede que mires por la ventana.
Sabiendo que supiste que te iban a hacer daño
Y que fue toda una proeza superarlas.
Sin embargo aquel vacío ya lo llenaste
Y las lumbres te calentarán el alma.”