martes, 12 de abril de 2011

Cubierta

Cuando uno es un niño no sabe ser otra cosa más que él mismo.
Sin embargo el mundo le va cubriendo de raciocinio, de pudor, de miedo. De modo que el niño comienza a desaparecer entre esa manta de saber estar. Desaparece su ímpetu, su imaginación, su sensibilidad.
Las personas comienzan a esconderse de si mismas.
Conocer a una persona es conocer a su niño escondido que se aterroriza del mundo.
Por eso uno no se puede enamorar a simple vista, no, el amor es más que eso. Es haber encontrado a ese ser pequeño que habita en su interior. Haber conseguido darle el suficiente calor para que no tenga frío y se destape. Es conseguir estar a gusto con él y no con la imagen que vende por fuera. Es apreciar sus berrinches. Soportar sus caprichos. Disfrutar de sus sueños. Amar su imaginación, imaginar con él.
De nada te sirve enamorarte como un adulto si te cansa su esencia.
Enamórate como los niños; sin miedos, sin máscaras, sin dudas, sin tapujos.
Y, sobre todo, enamórate sin razonamiento, sin excusas.
Porque solo así sabrás qué es enamorarse.

No hay comentarios:

Publicar un comentario