miércoles, 10 de agosto de 2011

Correo inesperado


Iba a colocarla esta mañana, en su sitio de siempre, con la dejadez de siempre. Ayer se cayó como se cae cualquier objeto sin sentido, como se ha caído tantas veces, pero no sé, tal vez haya sido una esquirla que aun quedaba encendida de aquel fuego: la he abierto.
Hacía mucho tiempo que no la leía.
Y de pronto te he vuelto a ver sonriendo, te he vuelto a ver temblando, desnudo, triste, nervioso, ebrio.
Y te pronto, te he vuelto a besar.
Magia. Ver cómo una carta puede hacer que un fuego se reavive, ver cómo puede volver nítidos los recuerdos manchados por el tiempo y por las lágrimas.
Lo que dejé de comprender, lo he comprendido hoy.
Hoy sé qué veía en ti, hoy lo sigo viendo.
Y hoy sería uno de esos días en los que te recibiría con los brazos abiertos, pero con el corazón entornado, que algo he aprendido.

Sin embargo hoy es efímero, y, casi como un sueño, se apagará al mañana.
De hoy no me acordaré y hoy tú ni lo intuyes.
Pero es bonito.
Saber, que aunque pasen los años, te puedo seguir sintiendo cerca, con la total certeza de que, aquello, nunca va a dejar de calentar del todo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario